Te metiste en mi casa
sin saberlo siquiera,
rompiste y transformaste
todo lo que pudiste:
Mi alcoba, tú furtivo,
fidelidad al suelo
y en mi normal cocina
exóticos platos vi.
Añicos convertiste
el jarrón de los Tabúes,
mis cómodos sillones
ahora son taburetes.
Fuiste como ladrón,
yo, que antontada estaba,
te eché de casa, ¡estrago!
¡Qué agudo olor a cambios!
Lo que sí no alcanzaste
es mi personalidad,
que no es un bello crisol,
pero ahí que no...que no!
Y ni cuenta te diste,
si llegas a enterarte
la cosa habría sido
de apaga y vámonos ya.
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